
En el último párrafo del cuento borgeano La flor de Coleridge, el autor nos obsequia el siguiente planteo encantador a manera de observación última: 'Quienes minuciosamente copian a un escritor, lo hacen impersonalmente, lo hacen porque confunden a ese escritor con la literatura, lo hacen porque sospechan que apartarse de él en un punto es apartarse de la razón y de la ortodoxia.'
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