La gente acostumbraba burlarse de los amantes que dormían solos
porque ellos buscaban un pez por su labilidad, temperatura, textura y colores variados...
Pero sobre todo porque los peces poseen la extraordinaria cualidad de no evadir las caricias de cardúmen de las cuatro aletas que desarrollan los amantes que duermen solos
con las que acarician a su pez.
El devuelve gustosamente las expresiones ictícolas de estas tristes criaturas terrícolas
con roces lúbricos de esa piel tan tersa con que los dioses lo cubrieron
para atenuar la soledad de los amantes.
ALICIA BENÍTEZ INÉS
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