
Yo puedo soportar a un idiota, a un lastimero o a un envidioso con total normalidad. Sin embargo, me resulta imposible ser amable o educada con los cursis. La gente cursi me saca todas las ganas de vivir. Me agrede con sus frases hechas, con sus rituales llenos de parentela cariñosa, con sus adornitos y tarjetas alusivas, con sus poemas dedicados a la madre, con su colección señaladores y muñequitos. Los odio, me dan arcadas; no puedo evitarlo. Cada vez que un padre cursi lleva a sus hijos vestidos en tiradores y moñito a una fiesta quiero morir. Si escucho "personita especial" o "estamos embarazados" cruzo los dedos para que llegue pronto el fin del mundo. La cursilería debiera ser recono

—como buenos enfermos mentales que son — deberían estar encerrados en una institución llena de guirnaldas, duendes de la buena onda y adornos de goma Eva.
Jaja, me ha divertido mucho el texto, y comprendo perfectamente el sentimiento ante las frases hechas o las cadenas de motivación, que es de lo peor.
ResponderEliminarAhora, yo haría una distinción entre cursis que en realidad son idiotas, y lo cursi que puede tener cierto encanto.
Saludos.
Ups! A mi me gusta ser cursi jijiji
ResponderEliminarBesines "maire mía" se le extraña!
Ains... jajaja mala metida de dedos. Me gusta ser cursi... no seré la hija de sus extrañas entrañas? ah? ah?
ResponderEliminarjajajaja.. Un beso "rosita" jajaja
ResponderEliminarAh, no está mal ser cursi, pero hay gente que se esmera en serlo y no lo sabe...Mmmm ¿no son para arrojarlos del decimo piso de la cursilería mal hecha? jejeje
ResponderEliminarAy, hija de mis patrañas, usted seguirá siendo hija mía pese a todo lo cursi que suele ser... su madre pacha. Un beso.
ResponderEliminarMi estimado Asterión: lo cursi con encanto es todo un arte, no?
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