sábado, 22 de enero de 2011

El sueño del pasto fresco

Alada conversa sobre su sueño: 


Había pegasos sobre la tierra, y niños cabalgandolos a un metro de sus espaldas. Eran niños naranjas que solo miraban hacia arriba. No me vieron. Murmuraban algo que todavía escucho... 

De repente los pájaros industriales llegaron girando sobre las cabezas, mi mirada buscaba afanosamente el rostro de los pilotos, quería grabarme en la mente ese detalle. Silencioso uno tocó tierra entre locos estruendos y escombros de hogares. Yo corrí hacia el monstruo y al mirar adentro, un escalofrío me habitó un segundo: No había nadie.

 Desierto, el artefacto alado venido de occcidente, era guiado de lejos y estimulado en su estómago, para excretar tanto desperdicio de muerte.

 La última imagen me fué entregada cuando algo me despertó en la penumbra de un dormitorio, pero no logro dar con ella ahora, que es cuando converso con las alas descansando aún en las almohadas.

(Siento la enorme necesidad de llevar pasto fresco a un caballo que veo a diario cerca del rio.)

A.B.I

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